"En honor a la verdad, la Iglesia Católica en Costa Rica ha sido un poco reticente a que nosotros busquemos la ampliación del comercio y a los tratados de libre comercio con otros países y regiones" (La Prensa Libre, 17 de junio). Hasta aquí nada nuevo...
Ese mismo día La Nación titula: "Vaticano dará carta de apoyo al libre comercio". En el interior aparecen las declaraciones de Arias después de hablar con Angelo Sodano, secretario de Estado: "me dijo que lo iba a hacer (dar una señal a los católicos ticos sobre la conveniencia del TLC) a través de la Conferencia Episcopal de nuestro país". A muchos nos sorprende la poca sutileza con que tanto LN como Arias manejaron la situación. ¿Qué efecto habrán pensado que iban a lograr? Lo que sí lo lograron fue provocar una gran crítica en el país, ante la evidente intención de que desde el Vaticano se le diga a la Iglesia qué pensar frente al TLC.
Ante la metida de pata empezó el cantinfleo al mejor estilo de Abel: "ni el Presidente ni el canciller, Bruno Stagno, dijeron recordar ayer si Sodano expresó su apoyo general a la apertura de barreras comerciales en el mundo o si pedirá a la Conferencia Episcopal costarricense respaldar el TLC que ahora se discute en el Congreso." (La Nación, 20 de junio) . Y luego, cuando La Iglesia ratifica lo que siempre ha dicho, Arias se declara sumamente complacido. ¿Entonces?
Lo dijo el jueves el exministro Arnoldo Mora en Radio Universidad: "¡cómo hace falta una cabeza pensante en este gobierno. ¡Cómo hace falta Margarita, cómo hace falta un John Biel"